miércoles, 12 de febrero de 2020

Detenerme, y emocionarme: Sesión Bushidō nº14 - Pálida

Hoy me doy un tiempo para dedicar unas palabras a la entrega n° 14 de las hermosas sesiones Bushidō, dedicado al registro audiovisual de música en vivo. El catálogo destaca por su heterogeneidad, y por su sello en el aspecto de producción musical: la grabación en cinta (¡de nuevo! esta grabadora nos dará harto qué hablar en el tiempo). La sesión n°14 corresponde a la de Pálida.

Pálida en ciclo Novilunio I, fotografía por Daniel Puelma


Pálida es un proyecto conformado únicamente por Felipe Flores, oriundo de Peumo, Santiago, y pertenece al sello Samsara Records. La propuesta musical está instrumentalmente centrada en el uso de guitarra eléctrica, efectos, pads de batería, todo esto en función del loop. Para esta sesión, Pálida nos ofrece 3 piezas sobre las cuales me detendré a caracterizar, reflexionar... y a emocionar. Porque en algún momento tengo que detenerme, y emocionarme.

Portada Sesión Bushidō nº14 - Pálida, por Javiera Méndez


Como no soy sujeto neutro, al hablar del otro también hablo de mí. Pero seré explícito: esta semana he estado escuchando hardcore, post-hardcore, voces gritonas, una que otra música aledaña a esos estilos y géneros. Al escuchar esta sesión, recordé algo que me ocurrió tocando en una gira, acompañando a Principante, durante el verano del 2019. En su paso por la quinta región, tuve la fortuna de conocerlo y de escuchar su música, donde el impacto de esta última me marcó: nostalgia enorme... Me abordó una sensación de abandono de este estado de calma, la cual recuerdo haber experimentado mucho en la niñez y adolescencia. Ese 'silencio' que, como he leído alguna vez, no es de gusto para todxs. Enfrentarme a esta sesión fue, de nuevo, entre todo las voces y guitarras con distorsión que a voluntad elijo como espacio sonoro virtual para desenvolver mi cotidianidad, revivir ese estado de calma. Es una palma en el pecho, de un amigo, diciéndome que me detenga y tome un respiro.

Parte del setup de Pálida, fotografía por Daniel Puelma


En estas 3 piezas tituladas El parrón, Tu piel, la nada, y Buganvilias, respectivamente, experimento aquella nostalgia activa del midwest-emo, del dreampop, y de lo que me pasó con Principiante. Las guitarras, sin duda, me llevan a un midwest-emo, donde la complejidad contrapuntística y la elección de metro compuesto no rebosan como una fijación estilística que exige adoración en sí misma, sino para configurar un espacio textural específico, el de los movimientos diatónicos libres, una especie de pre-cluster. Sensaciones que me recuerdan a algunas músicas de Sigur Rós, o algunas piezas de Arvo Pärt en su estilo tintinnabuli. En la medida en que las guitarras aparecen, junto con notas de apoyo agudas más gestuales que melódicas, se estructuran ante el loop, y se complejizan, surgen beats de batería para reforzar el andar de la música. Sumado a eso, se suman pistas de narraciones habladas a bajo volumen, sin desviar la atención de lo que se propone instrumentalmente. La pieza titulada Tu piel, la nada, destaca por su introducción cargada al feedback de delay, propuesta sonora que me hubiese gustado haber seguido escuchando a través de las piezas.
La propuesta es puramente instrumental, sin líricas, y siento una gran gravitación hacia la introspección. Debe ser por lo que me sugiere, en relación a otras músicas, su sonoridad. O también por lo sugerente de la imagen; un cuerpo, expresando, y jugando. Un momento del uno consigo mismo en tierras cercanas y cotidianidades, de expresarse uno, de expresarse eso, a uno. Reconocerme.





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