jueves, 23 de abril de 2020

Más que un inmediato absoluto: 9 Lágrimas - Beatrice Beatrice

Me llama mucho la atención cómo es que las músicas bajo autoría (no-anónimas) pueden generar discursos, conflictos, pensamientos y posicionamientos al fin, en relación a la entidad que les da origen como materia (el/la/le creadorx). Y lo digo de esta manera, "pueden generar", dado que potencialmente existe esa posibilidad, pero no veo ni recibo pensamientos al respecto, al menos en mi círculo. Y eso que soy músico. Lo más cercano a una reflexión de este tipo es el comentario de fan en relación a una entidad creadora y su diversificación estilística o de género en el tiempo: "es una lástima que hayan cambiado su estilo", o por el otro lado, "me gusta esta evolución que está teniendo esta banda". Es el único momento, indirectamente, en que se hace alusión a una problemática de autoría. Qué es un proyecto, qué es una banda, finalmente. Qué significan músicas tan diversas bajo el mismo nombre. Por qué me gusta un proyecto si sus músicas son tan diversas, qué es lo uno, el conjunto, ¿hay, si quiera, un eje al que pueda referirme cuando digo, por ejemplo, que me gusta Radiohead, Touché Amouré, o en este caso, Beatrice Beatrice?

Albor Fotografía @albor_fotografia


La nueva entrega de Beatrice Beatrice me hace eco por diversas razones. La primera, y que dejo entrever en mi reflexión anterior, es en relación al cambio estilístico o de género. 9 Lágrimas se caracteriza por el uso de piano acústico, junto con acompañamiento de grabaciones de campo, grabaciones que por sí solas podrían ser consideradas paisaje sonoro. Es como nada a lo que se ha podido predicar en Beatrice, nada me hace prever que esto podía suceder. Las primeras cinco piezas, 9 Lágrimas, Hortensias azules, Tu tristeza está por encima de todas las demás, El ardid en mi corazón y Por tu gracia, se caracterizan por tener la misma configuración anterior (piano+grabación de campo) pero evocando distintos momentos. La sexta y última pieza sorprende por ser una grabación a secas: ronquidos, titulada Entre el amor y el deseo.

Albor Fotografía @albor_fotografia


Cuando me pregunto por lo que puede significar este cambio de sonido, por tanto de música, no puedo dejar de fijarme en lo que me evoca esta nueva entrega a nivel de (mi) historia musical: Erik Satie, piezas minimalistas, músicas para piano que contemplan el sonido del material acústico (golpe del tecleo, maderas que crujen, leve desafinación en algunos casos)... Y, a la vez, en lo que me evoca en relación a Beatrice mismo como proyecto, cuyos materiales anteriores me remitían al ambient o post-rock. Por un lado, me entrego a lo inmediato de la música (su carácter temporal-horizontal como dirían algunos), pero por otro, no puedo dejar de cuestionarme, sin ser pesante, en lo que se inscribe en la música y la significa. Más bien, en lo que yo inscribo y cómo significo. Cuál es mi historia de las músicas, cuál es mi historia con el proyecto. Al final, qué me hace gozar de esto a través de Beatrice Beatrice... creo que nunca se trata del qué. Me refiero, nunca se trata de la materialidad sola, nunca es el cuerpo abstracto, como si este estuviese totalmente vacío o totalmente lleno. Lo que me permite disfrutar de la soledad, el cariño, y esta fuerte sensación de introspección que encuentro en el álbum no es la sonoridad sola, es la música-que-es-más-que-sonido y más que un inmediato absoluto. Y aquí retomo con lo que dejé en suspenso en un comienzo: la autoría no es un abstracto. En la autoría se inscribe algo que no tiene definición, pero que sin embargo está ahí. Como si no hubiese palabra, no pudiese ser dicho, pero hay una sensación ahí que me hace sentir que estoy con Beatrice Beatrice y no con cualquier otra cosa. Insisto, no se trata de la qué-cosa, y pienso que en una mayor medida se trata del cómo-hacer de la cosa.  De un approach a la música que se inscribe a través de cosas que no suenan: partiendo por la autoría.

Albor Fotografía @albor_fotografía


Si me toca hacer la bajada de cómo lo anterior se manifiesta en mí y en relación a Beatrice Beatrice, tendría que decir que hay un dos detalles que me resultan muy relevantes en su producción, y que creo no poder separar: la introspección en un gran sentido, y su manifestación lingüística posible, me refiero a los títulos de las canciones y su presentación. Estas dos cosas actúan en conjunto, una me remite a la otra y vice-versa, y no puedo dejar de sentir que estoy en presencia de una búsqueda interna, de algo de individuo, siempre desde una perspectiva de un unx consigo mismx. Y esto es algo que atraviesa, en mi relación con Beatrice Beatrice, toda su obra, e incluso ante este gran cambio de sonoridad que no sólo es causado por una reflexión o decisión artística premeditada, sino por circunstancias demasiado concretas, como la posibilidad de acceder a un piano, un viaje, la soledad, y una grabadora. Es esta conjunción de lo situado, en cierto sentido inmediato, en relación con sus polivalencias (lo historia del proyecto y mi historia con el proyecto, entre otras cosas), son elementos que conforman el fenómeno de la autoría, y que nosotros aceptamos en todo momento, menos cuando la fanaticada exige que su proyecto favorito no cambie de rumbo (que es pedir lo imposible). Me pregunto hasta dónde se puede estirar el fenómeno de la autoría si nos pensamos en contextos de era digital e imagen (como me comenta un amigo) o referente a la cuestión del derecho de autor... Y cómo nosotros también aceptamos y significamos a través de esto. Dejo la pregunta abierta.



                                                                                                                                             -Josef

No hay comentarios:

Publicar un comentario